"De pensamiento es la guerra mayor que se nos hace: ganémosla a pensamiento" José Martí

miércoles, 4 de enero de 2017

Los embates de los grandes medios de comunicación contra la libertad de expresión

Entrevista a Jeffrey St. Clair, editor de CounterPunch

CounterPunch/Sin Permiso

“Cabría preguntarse qué gobierno extranjero tenía mayor interés en la victoria de Trump sobre Clinton y cuál ha sido el que más ha influido en ello: Rusia o Israel. Sheldon Adelton dedicó, supuestamente, 25 millones USD para apoyar a Trump y Netanyahu hizo campaña en su favor de manera pública desde Tel Aviv”.
          -Jeffrey St. Clair

Mike Whitney: CounterPunch ha sido clasificado como uno de los 200 portales web que, de acuerdo con el Washington Post, “publicó o difundió, deliberada o involuntariamente, propaganda rusa”. La misteriosa organización que sostiene estas acusaciones se llama PropOrNot, un grupo de investigadores que ha hecho todo lo posible para mantenerse en el anonimato. En lugar de perder el tiempo preguntándote si eres o no un agente ruso (lo cual resulta ridículo de pensar), ¿qué motivación crees que tiene este grupo para acusar y atacar a las páginas web listadas?

Jeffrey St. Clair: A ese respecto, solo se pueden hacer especulaciones, ya que todavía no sabemos quiénes son y nadie sabría ni que existen de no haber sido por el Washington Post. Incluso, referirse a ellos como “investigadores” quizás sea inflar sus currículums. Mark Ames ha seguido algunos de los tweets relacionados con las cuentas de PropOrNot y sugiere vínculos con los nacionalistas ucranianos. Pero esto no es más que conjeturas, hasta que salgan de la oscuridad y revelen sus identidades, lo cual es una posibilidad que no creo que vaya a suceder. De hecho, es probable que tengamos que demandarlos para poder contestar esas preguntas.

En cuanto a la propia historia del Washington Post, eran crónicas falsas sobre noticias falsas, basadas en acusaciones falsas hechas por fuentes falsas. Es posible que le den el premio Pulitzer gracias a ello.

Mike Whitney: ¿Cómo debemos entender que se haya involucrado a Rusia en todo esto? ¿Se está buscando un pretexto desde Washington para justificar una mayor confrontación en Siria y Ucrania?

Jeffrey St. Clair: ¿Qué Washington? Parece haber una división en Washington: el FBI contra la CIA y el Director de Inteligencia Nacional contra ambos. La victoria de Trump ha hecho patente una serie de divisiones internas en el seno de las élites dirigentes. Es poco común que se hagan públicas este tipo de confrontaciones entre estos grupos de poder, que algunos llaman Estado en la sombra. Por supuesto, hay muchas razones bipartidistas para inflar la amenaza rusa que poco tienen que ver con Ucrania o Siria, como podría ser la defensa de grandes contratos militares de compra de armamento inútil como los F-35 y una nueva generación de armas nucleares.

Mike Whitney: El Washington Post parece indignado por la idea de que las elecciones estadounidenses puedan haber sido manipuladas por un gobierno extranjero. ¿Recuerdas alguna ocasión en los últimos 30 o 40 años en que el Washington Post se haya mostrado molesto por las operaciones de cambio de régimen instigadas desde Washington que conllevaron el derrocamiento violento de 40 o 50 gobiernos soberanos o por las revoluciones de colores financiadas por ONG estadounidenses? ¿Qué explicación tiene esta indignación selectiva del Washington Post?

Jeffrey St. Clair: Evidentemente, no. El Washington Post y el New York Times, haciendo uso de su particular propaganda, han apoyado muchas de esas intervenciones y operaciones secretas. No creo que el Washington Post haya mostrado, en algún momento de su historia, ni la más mínima intención de investigar situaciones en las que algún país diferente de Rusia haya intentado influir en las elecciones norteamericanas, como Arabia Saudí o Israel. Cabría preguntarse qué gobierno extranjero tenía mayor interés en la victoria de Trump sobre Clinton y cuál ha sido el que más ha influido en ello: Rusia o Israel. Sheldon Adelton dedicó, supuestamente, 25 millones USD para poyar a Trump y Netanyahu hizo campaña en su favor de manera pública desde Tel Aviv. Israel tiene un importante historial de injerencias en los procesos electorales estadounidenses. Si no, pregúntaselo a Cynthia McKinney. Los rusos, no. Al menos, todavía no.

Mike Whitney: Durante los meses en que seguí de cerca la campaña presidencial de Trump, reparé en algo extraordinario: parece que los medios de comunicación de masas hayan perdido capacidad de influir en la opinión pública. Esto se hacía especialmente patente cuando se destapaban los numerosos escándalos sexuales de Trump, mientras que su base electoral apenas se modificaba. Esta situación sugiere que los grandes medios de comunicación estén perdiendo con rapidez su capacidad de control de las masas, en tanto que líderes de opinión. ¿Crees que PropOrNot podría ser un intento de los “grupos de interés” para restablecer su monopolio sobre la información, atacando las páginas web y las fuentes alternativas de noticias que suponen una gran amenaza para la perpetuación de su poder?

Jeffrey St. Clair: Trump no solo entró al trapo, sino que recibió con alegría todas y cada una de las controversias políticas; y no solo ha sobrevivido a ellas, sino que ha sacado provecho, como si se tratase de un supervillano. Es, sin duda, una cosa extraordinaria. Los medios de comunicación de masas llevan años en decadencia y la campaña de Trump puso énfasis en la debilidad e impotencia política de The New York Times o del Washinton Post y otros medios y agencias de información, al menos, cuando se trata de un candidato atípico como Trump. Por cierto, Bernie Sanders también desarrolló su campaña frente a la indiferencia y después hostilidad de los medios de comunicación. Pero a Bernie no fue derrotado por los medios, sino por la estructura antidemocrática de las primarias demócratas y el sabotaje interno promovido por los cuadros dirigentes del partido. (Para más información, véase mi libro Bernie and the Sandernistas). El sistema de primarias republicano, por el contrario, se ha mostrado mucho más abierto y democrático.

No sé suficientemente sobre PropOrNot para especular sobre sus orígenes. Personalmente, me parece un portal poco profesional. Pero el gobierno ha realizado con anterioridad operaciones similares de “control de la opinión”. Recuerde el acuerdo contraído por la empresa armamentística Lincoln Group y el gobierno de Bush para redactar y financiar noticias propagandísticas durante la Guerra de Irak. Es lícito preguntarse si ahora se está haciendo algo parecido. Algo está pasando, tal como dicen, pero todavía no sabemos suficiente. El verdadero misterio es por qué el Washington Post participó en la difusión de una información tan débil e infundada desde un principio. Debemos saber qué vínculos mantuvo el diario con personas reales de PropOrNot y si ha habido algún tipo de coordinación entre el Washington Post, PropOrNot y miembros del Congreso con el objetivo de establecer una nueva inquisición al estilo del Comité de Actividades Antiestadounidenses contra el supuesto peligro ruso.

Mike Whitney: ¿Se encuentra en peligro la Primera Enmienda, que consagra y protege la libertad de expresión y de prensa?

Jeffrey St. Clair: La primera enmienda siempre está bajo presiones. La novedad, ahora, es que el ataque se produce por parte de los grandes medios de comunicación.

Jeffrey St. Clair es el editor de CounterPunch. 
Traducción: José Manuel Sío Docampo 

EE.UU. entrena a golpistas

Emir Sader, Página 12

Los Estados Unidos prepararon a los golpistas de Brasil en 1964, a partir de la creación de la Escuela Superior de Guerra, fundada por Golbery do Couto e Silva y Humberto Castelo Branco, que habían convivido con las tropas norteamericanas en Italia, en lo que fue la participación brasileña en el final de la Segunda Guerra Mundial. Junto con los formados en la Escuela de las Américas, en Panamá, se creó así la generación que preparó y puso en práctica el golpe militar de Brasil en 1964. La Doctrina de Seguridad Nacional y los métodos de tortura fueron las dos claves esenciales del régimen de terror que fue implantado en Brasil y en los otros países del Conosur.

En la posguerra fría, los Estados Unidos buscaron un nuevo enemigo, figura esencial para exorcizar hacia el exterior los problemas de la sociedad norteamericana. Junto al narcotráfico, se fijaron en el terrorismo.

Como parte de la lucha en contra del terrorismo, con toda la amplitud que George W. Bush pasó a darle al tema, se desarrolló un campo de actividad llamado “contraterrorismo”, como un elemento más de la función de “policía del mundo” que los Estados Unidos asumieron.

El blanqueo de dinero pasó a formar parte de esa acción, en la creencia de que el terrorismo lavaría sus recursos en los mecanismos bancarios. Se pasó a la investigacion y punición en los casos de blanqueo de dinero, incluyendo la cooperación formal e informal entre los países, confiscación de bienes, métodos para extraer pruebas, negociación de delaciones, uso de interrogatorios como herramienta y sugerencias de cómo tratar con las Organizaciones No Gubernamentales sospechosas de ser usadas para financiamiento ilícito.

El seminario “Proyecto Puentes: construyendo puentes para la aplicación en Brasil” –cuyo tenor fue revelado por Wikileaks–, realizado en octubre de 2009, en Río de Janeiro, con la presencia de autoridades norteamericanas, sirvió para la formación de nuevo personal al servicio del Imperio, para consolidar entrenamiento bilateral de aplicación y habilidades prácticas de contraterrorismo. Participaron promotores y jueces federales de 26 provincias brasileñas, además de 50 policías federales de todas las provincias. La brasileña fue la mayor delegación. Tambien hubo representantes de México, Costa Rica, Argentina, Panama, Uruguay y Paraguay.

En el transcurso de la reunión intervino solamente Sergio Moro, el hoy muy conocido juez brasileño, que pretende ser un “justiciero, al margen de la ley, en contra de la corrupción”. Disertó acerca de los “cinco punto más comunes de lavado de dinero en Brasil”. Los participantes solicitaron entrenamento adicional sobre la búsqueda de evidencias, entrevistas e interrogatorios. Ese interés se suscitaría porque “la democracia brasileña no tiene todavía 20 años de edad. Así, los jueces federales, los magistrados, los abogados, son principiantes en el proceso democrático, no fueron entrenados en cómo lidiar con largos procesos judiciales (...) y son incapaces de utilizar eficazmente el nuevo código criminal, que fue completamente alterado”.

El informe pide, en los resultados de la reunión, que se realicen cursos más avanzados en San Pablo, Curitiba y Campo Grande. El informe concluye que “el sector judicial brasileño claramente está muy interesado en la lucha contra el terrorismo, pero necesita herramientas y entrenamiento para empeñar fuerzas eficazmente. (...) Magistrados y jueces especializados han conducido en Brasil los casos más significativos de corrupción de individuos de alto nivel”.

El surgimiento de gobiernos que contrarían las orientaciones de Estados Unidos fue la oportunidad para adaptar esas orientaciones a proyectos de desestabilización de esos gobiernos, apoyados en acciones que se concentran en la denuncia reiterada de supuestas irregularidades cometidas por esos gobiernos, por los partidos que los apoyan y por sus líderes. La contribución de Moro y de sus comparsas es la de usar los métodos que aprendieron con los norteamericanos –que incluyen el uso de las delaciones, entre otros métodos–, para destruir la democracia, reconstruida después del agotamiento de las dictaduras militares instaladas por la generación anterior de golpistas, también formados por los Estados Unidos.

Wikileaks ya había demostrado que los datos del espionaje del gobierno de los Estados Unidos en la Presidencia de la República de Brasil, en el Ministerio de Minas y Energía y en Petrobras fueron suministrados a Sergio Moro y sus comparsas, para que dieran inicio a las denuncias en contra del gobierno del PT. Esa reunión de 2009 es indicativa de los nuevos métodos de desestabilización política generados por EEUU, con intervención escandalosa en los asuntos internos de los otros países, violando su soberanía y contando para ello con miembros del Poder Judicial y de la policía, como preparación, por EEUU, de la nueva violación de la democracia brasileña, apoyada en personajes que representan directamente los intereses del Imperio, como Sergio Moro y sus comparsas.
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